Escrito por

Roberto Segura

Categoría:

Blog

04 Abril 2022

En esta publicación no verás un montón de fotos y vídeos pero te pido que te detengas un momento a leerme.

 

En tiempos de guerras, pandemias, comida rápida, estrés y supervivencia es difícil creer en algo y fácil bajar la cabeza y seguir andando por la vida mirándonos nuestros propios pies.

 

Ayer pasó algo. Muchos de vosotros estuvisteis ahí pero quizá no lo visteis. Bueno, en realidad pasaron muchas cosas. Muchas pequeñas cosas.

 

Ayer vi a gente esperando horas a gente. Vi a gente ayudar a gente que lo estaba pasando mal. Vi a gente cocinando para gente. Gente compartiendo su comida y su bebida con gente. Gente ofreciendo su silla a gente. Gente abrazando y bailando con gente. Gente dándole las gracias a gente. Gente que se quedó después de su horario laboral para dejar que gente disfrutara de gente. Pensarás que esto pasa todos los días pero ¿ Y si te digo que esa gente era gente desconocida?

 

En este mundo con prisas sería fácil pasar todo eso como un día más. Un buen día. Un montón de fotos y vídeos bonitos. Con suerte un buen recuerdo que vendrá de vez en cuando a visitarnos. Pero me gustaría que entendiéramos la importancia de todas esas pequeñas cosas. Se lo debemos a la gente. Nos lo debemos.

 

Cada vez que esperas a alguien que no llega le estás demostrando que te importa. Cada vez que ayudas a alguien le estás diciendo que no está sol@. Cada vez que ofreces comida o bebida a alguien le estás diciendo que no tiene que cargar con todo a sus espaldas. Cada vez que abrazas y bailas con alguien le estás diciendo que la vida merece ser vivida con alegría. Y lo que es más importante estás enseñándole a la gente lo bien que se siente uno cuando un desconocido te da todo eso y lo importante que es hacerlo.

 

La mayoría de esas pequeñas cosas pasan desapercibidas cada día, olvidadas injustamente, menospreciadas. No salen en la tele porque no tienen importancia a nivel nacional o mundial. Pero sí lo tienen a nivel personal y a nivel global como humanidad.

 

Un día una mujer de verde tuvo la idea de hacer un encuentro senderista, gratuito, para disfrutarnos a nosotros mismos y a la naturaleza. A ese pequeño gesto le siguió un puñado de locos que dijeron un montón de pequeños síes y ofrecieron su tiempo haciendo muchas pequeñas cosas para organizarlo. Mucha pequeña gente corrió la voz. Mucha gente pequeña se apuntó, llevó su comida, sacó tiempo para cocinar, comprar, pagar.... y ayer todo eso explotó en una fiesta de la que tuve la suerte de formar parte. En la que todas esas pequeñas cosas pasaron.

 

Cada minuto invertido en esto se ha pagado en minutos recibidos, en cariño recibido, en vida recibida, en sonrisas... Por supuesto que han habido cosas malas, gente con un mal día, gente cegada por el ritmo de vida actual, gente que cree que todo es recibir. Pero ¿sabes qué? Ayer no tuvieron relevancia. No salieron en nuestras noticias. Nadie encendió sus televisiones para verlos. Ayer las pequeñas cosas ganaron la partida.

 

En este mundo de locos un grupo de más de 100 locos hizo la locura de vivir. De convertirse en profetas de las pequeñas cosas. De devolver la fe en la humanidad. Por eso quiero darle las gracias a Alberto, a Andrea, a Javier, a Jesús y a Víctor por darse a la gente un poco más de lo que lo hacen cada fin de semana.

 

También le voy a robar a Ángel Martín su "punto para los locos" para daros las gracias a tod@s y cada un@ de l@s que VIVISTEIS a mi lado ayer por todo lo que le disteis ayer a esta persona desconocida.